Hace días que me miro las manos porque nunca sé qué hacer con ellas cuando me despido. Sigo sin soportar las despedidas: han pasado de darme pena a darme pena y ponerme nerviosa. También hace días que sueño con tsunamis. Olas gigantes rompen en mi cabeza mientras yo me quedo quieta. Luego nado torpemente y me despierto. Otras veces una enorme cascada me arrolla cuando intento subir una montaña y, una vez en el valle y más terca que Sísifo, vuelvo a subir. Despierto antes de volver a caer.
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Tengo un papel que dice que el domingo veré amanecer en Ereván. La burocracia ha sido reticente, pero doy gracias a quienquiera que haya sido el incompetente que me ha salvado de medio invierno armenio.
23 de enero
Leo Armenia, de Henrik Nordbrandt. Una joya. Poesía comprometida. Denuncia. La Historia enseña, recuerda, previene y guía. El mismo Nordbrandt resume el libro en estos versos:
Y yo, el encerrado, me caliento las manos
junto a un fuego que arde sobre la nieve del año pasado
mientras con un hueso
dibujo en la nieve imágenes de ventanas y puertas.
Escuchando el agua
he levantado tres muros para ti
Uno para que te encuentres con tu sombra
y otro para que te muestre el camino: el tercero no lo descubrirás
hasta que llegues.
Porque mi preocupación ya no es ser exacto
sino intenso.
Y si te llevo por el camino equivocado, es porque tú
así me lo has pedido desde el principio.
30 de enero
Cómo condensar un año en 30 kilos. Así ha sido siempre y no puedo culparme de querer ser mujer-caracol en una sociedad hipotecada. Puedo crear una empresa; de viajes o de sueños, no sé, pero tengo claro el eslogan: “Haciendo y deshaciendo maletas desde 1987”. Algunos libros y las botas de montaña primero. La ropa es secundaria si llevas un gorro que te tapa las orejas, unos calcetines como ovejas y el olor de la lumbre en el subconsciente. Quito y pongo. Si dudo: descarto. Tiemblo un poco aunque no quiera. Quiero llegar y que la calle huela a tizones. Quiero que pasen veinte días, irme a Georgia y volver Ereván sintiendo que vuelvo a casa.
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Reporteros Sin Fronteras publica el ránking de la libertad de prensa 2013. Armenia sube tres puestos y queda en el 74.
1 de febrero
De los quince candidatos que aspiraban a la presidencia de cara a las próximas elecciones en Armenia, quedan ocho. Anoche uno de ellos sufrió un atentado en el que resultó herido de bala y, tras someterse a una intervención quirúrgica, ya se encuentra fuera de peligro. A este paso, y si se aplazan los comicios, como ya se ha planteado, me da que Sargsyan, el actual presidente, será el único candidato. Qué aburrimiento.
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Durante los últimos días he alternado Los hijos del Ararat y El árbol armenio. Basadas en el genocidio armenio de 1915, ambas novelas llegan a un punto que me pierde y no me deja seguir. La trama de la primera es buena y conmovedora, pero la escritura deja mucho que desear: sobran adjetivos y faltan acentos. La segunda, mejor escrita, se pierde en sí misma: la historia se cansa de esperarse y la búsqueda de la propia identidad no justifica un libro lento.
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Todo listo para pasar del frío al frío. Esta noche viajo a Madrid, mañana a Moscú y de allí a Yereván. Anoche no pude dormir, pero los nervios ya.
Vive la experiencia bien despierta… Ya tendrás tiempo para dormir. Me siento muy feliz por ti, porque emprendes una gran aventura, Estoy tan nerviosa como tú. Por eso, quizá, no sé bien qué decirte, pero te diría tantas cosas… Me viene a la cabeza el libro “En Asia se muere bajo las estrellas”, de J.M.Gironella, y su frase “Los viajes son cofres cerrados, de contenido imprevisible”. Estoy convencida que el tuyo guarda un gran tesoro. Disfruta la experiencia (con cabeza, eh) y cuéntanosla. ¡Buen viaje, amiga! Un abrazo fuerte.
Esa prosa tuya deslumbra por la calidad literaria.
El viaje en tren, desde Yerevan a Tibilisi, 13 horas para 300 kilómetros, fue lo más surrealista de mi vida. Ya darás tus impresiones.
¡Suerte, chavala!
Espero y deso k to te salga como deseas,te kiero mucho,besoss