El volcán dormido que se convirtió en sueño

Huellas

El Ararat es tímido cuando todavía no se ha quitado las legañas. Se despereza con la paciencia de sus hijos en una tierra en la que el tiempo pasa despacio, que siempre quiso arrugar el mapa y acercarse a Occidente; pero nunca se dejó contagiar por su prisa.